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Mansion inchausti

La Fundación BB (Bartolomé Bedoya) fue hasta el año 2007 una supuesta fundación benéfica encabezada por Bartolomé Bedoya Agüero, cuyo propósito era dar hogar a chicos problemáticos, para de esta manera apadrinarlos y reeducarlos hasta que fueran miembros útiles de la sociedad. En ella entraban chicos de la calle, de orfanatos y de reformatorios. La fundación existió legalmente, por lo que Barto era el tutor legal de los chicos en ella.

La Fundación BB era en realidad una fachada, organizada por Barto, para enriquecerse, por medio de la explotación y el trabajo forzado de chicos cuya condición los hiciera vulnerables.

Conformación Física de la Fundación

La Fundación BB operaba dentro de la mansión Inchausti. Sin embargo, los chicos de la misma sólo podían

Salade lospupitres

El patio de los pupitres

ocupar los lugares que Barto designara accesibles. El piso de arriba, donde estaban los dormitorios de Thiago, Malvina y Barto y el comedor principal eran 'zonas prohibidas', y la oficina de Barto en el primer piso sólo se podía acceder cuando este los hacía llamar.

El comedor de los chicos era una mesa dentro de la cocina, podían acceder a los jardines de la mansión y a los dormitorios adecuados para ellos, con una puerta interior que separaba el cuarto de las niñas del de los niños. Afuera de los dormitorios había un patio interno donde había varios pupitres con cuadernos, lápices y libros, y un pizarrón, que se usaba para simular que en la Fundación había una escuela. Los pupitres eran usados para castigar: cuando los chicos se ponían en posición, Justina activaba un mecanismo disfrazado dentro de la manzana en el pupitre del frente, y en cada pupitre se activaban seguros de metal que les mantenían atrapadas las manos para que ella les pegara.

Taller de muñecas

El taller de muñecas

Oculto detrás del pizarrón se encontraba la puerta del taller de muñecas, donde habían máquinas de coser, herramientas y hornos, además de los materiales para preparar los vestidos, cuerpos y cabezas de porcelana de las muñecas. Las ventanas de este cuarto se encuentran clausuradas, y la única puerta de acceso se activaba por medio de una palanca escondida detrás del escritorio.

Toda la mansión se encuentra atravesada por pasadizos secretos y túneles, estando dos de ellos en la zona de los chicos: uno en la parte de atrás del taller y otro escondido tras el espejo del pasillo que se ve desde el patio interior. Es por medio de este espejo que se llega al sótano. Cuando el taller de muñecas es desmantelado, el sótano se adecua para ser taller de fabricación de fuegos pirotécnicos.

Operación y Reglas de Convivencia

Tras la fachada de obra benéfica, el principio rector de la Fundación BB es "sólo come quien trabaja." Los chicos deben fabricar réplicas de muñecas de colección en el taller, que don Barto luego vende, y salir a robar. Barto sabe que el robo es un acto delicado y no permite que sus 'pupilos' salgan a hacerlo sin antes darles clases, después de lo cual Justina es la encargada de supervisar la primera salida a robo. Todo lo que 'recauden' debe ser entregado a Don Barto, aunque este a veces decreta jornada libre, indicando que lo que se robe ese día les pertenece a ellos.

Se rigen por estrictas reglas de convivencia impartidas por Justina: no deben pisar zonas prohibidas, no deben

Celda de castigo

La celda de castigo

hablar del pasado, sólo pueden estar en la cocina a la hora de comer o si están cocinando, nunca deben aceptar haber cometido un robo, deben cumplir con los horarios y deben tratar con estricta etiqueta a todos los Bedoya Agüero y a Justina. Cuando estas reglas se rompen, o incluso cuando los chicos parecen estarse sublevando, se les aplica ''correctivos'', castigos que pueden implicar golpes u otras torturas, privarlos de comida o encierro en la celda de castigo.

El máximo castigo para los chicos era ser "reubicados": la reubicación generalmente implicaba ser enviados a correccionales o vendidos a alguno de los contactos de Barto. Famoso entre estos contactos era Pedrera, cuyos pupilos rápidamente desaparecían (como ocurrió con Tubi), se cree que eran explotados hasta morir.

Aunque Barto alguna vez insinuó a los chicos que podía llegar a matarlos y que el sótano de la Fundación estaba "lleno" de restos de pupilos rebeldes, posiblemente estaba exagerando para infundir el miedo, porque el éxito de la fundación era darles condiciones de vida lo suficientemente aceptables para que no huyeran. Además, abre cuentas a nombre de cada uno de sus chicos, en donde deposita una especie de comisión por sus robos exitosos. Se insinúa que al alcanzar la mayoría de edad, y si además han cumplido con suficiente diligencia sus labores, Barto les permite irse como "graduados" y les entrega el contenido de estas cuentas.

Los alumnos "exitosos" generalmente se convertían en ladrones veteranos a quienes don Barto apreciaba y recurría, como Alberto Paulazo.

Primera Temporada

La Fundación es mencionada desde el primer episodio de la serie, cuando Barto y Justina llegan a una correcional buscando nuevos chicos para adoptar. Por la reacción del director del reformatorio, Barto y la fundación son muy famosos por su labor filantrópica. Aprovecha las cenas para promocionarla, y recibe tanto donaciones monetarias como de ropa, visto cuando les llegan disfraces donados de una casa de cotillón.

Con la llegada a la fundación de Cielo Mágico y Nicolás Bauer, los chicos empezaron a rebelarse contra la tiranía bajo la que viven, negándose a robar durante días para asistir a las clases que estos dos institucionalizan dentro del hogar: Cielo les da baile, Nico les da clases de historia. Además, la curiosidad de Cielo y la naturaleza investigativa de Nico y su hijo Cristóbal ponen en peligro el secreto de la fundación. A esto luego se suma el regreso de Thiago, de una temporada estudiando en Londres. El interés de este por el bienestar de los chicos también dificulta el manejo de las cosas: es él quien se da cuenta de que a pesar de que en la Fundación existe, supuestamente, una escuela, Mar no sabe leer.

Los chicos también aprenden a jugar al tire y afloje con Barto: cuando los abusos se vuelven intolerables, dejan de trabajar hasta que las condiciones mejoren, y en una ocasión incluso destruyen el taller. El taller de muñecas es desmantelado después de que Malvina y Nico intervienen para dar paso a un salón de baile, y los chicos descubren que bailar en la calle les da propinas que pueden entregarles en lugar de objetos robados. Sin embargo, Barto nota que sus ganancias disminuyen y abre otro taller en el sótano, oculto de Nico y Cielo, donde los chicos deben trabajar haciendo fuegos pirotécnicos.

Cielo es la primera en enterarse de lo que está pasando y aunque accede a quedarse callada, con la ayuda de un juez consigue equipos para grabar lo que sucede en la mansión. La Fundación cambia de manos por un tiempo, quedando a cargo de Nico, quien logra instituir algunos cambios, pero eventualmente vuelve a manos de Barto. Con ayuda de Malvina, que decide redimirse y contarlo todo, se le presentan a un juez grabaciones de lo que ocurre en realidad en la Fundación, y Barto y Justina se dan a la fuga.

A partir de eso deja de existir la Fundación BB: es rebautizada Hogar Mágico y puesta a cargo de Cielo y Nico, quienes la remodelan y adecuan para convertirla en un verdadero hogar para chicos huérfanos.

Integrantes

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